¿Existen emociones buenas y emociones malas?

Las emociones involucran pensamientos, creencias y actitudes de las personas. Son sentimientos intensos que afectan el funcionamiento de nuestro cuerpo y nos invitan a tomar determinadas acciones. Por ejemplo, cuando experimentamos sorpresa o miedo, nuestro corazón se puede acelerar y puede provocarnos gritar, mientras que si nos sentimos avergonzados podemos más bien querer escondernos.

Todos preferimos sentirnos felices a sentirnos tristes, molestos o temerosos y, por esa razón, hay quienes llaman a la alegría, gratitud, esperanza y otras emociones similares, emociones buenas, mientras que se refieren a la tristeza, el enojo y el miedo, entre otros, como emociones malas. Sin embargo, todas las emociones nos son útiles, y en ese sentido, inclusive aquellas que no nos gustan, son buenas para nosotros, porque nos ayudan a darnos cuenta de nuestra interpretación del entorno en el que estamos. Una mejor forma de clasificar estas emociones sería como placenteras y displacenteras.

Algunos ejemplos del significado de nuestras emociones son:

·       La alegría, que se asocia al logro y, usualmente, nos hace querer compartir nuestra emoción, ayudándonos a vincularnos con otras personas

·       La tristeza, que nos habla de las pérdidas y nos invita a enfocarnos en nosotros mismos en un proceso de reconstrucción personal

·       El enojo, que lo experimentamos cuando interpretamos que algo es injusto y nos lleva a reclamar un cambio

·       El miedo, que nos advierte del peligro y nos incita a protegernos

·       La vergüenza, que se asocia a situaciones en que creemos que no hemos actuado conforme a la norma social y nos preocupa la repercusión de nuestros actos en nuestras redes sociales

Las emociones intensas suelen durar poco tiempo, y es bueno detenernos a experimentarlas y entender qué nos quieren decir. Aprender a reconocer nuestras emociones nos ayuda, a su vez, a entender mejor nuestras reacciones.

¡Pero cuidado! Dado que nuestras emociones son una consecuencia de nuestra interpretación de lo que ocurre, ellas pueden ser inadecuadas si hay un error en nuestro análisis del entorno y podrían conducir a una reacción inapropiada. Por eso, siempre procuremos detenernos y evaluar si lo que percibimos puede tener otra interpretación posible antes de tomar una acción que pueda acarrear consecuencias importantes para nosotros mismos o para los demás.

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