¿El estrés es siempre malo?
Mucho se habla de que debemos evitar el estrés, de sus peligros para el organismo, de los daños que causa. Y, si bien todo eso es cierto, siempre hay que tener cuidado con las generalizaciones.
El estrés es la forma en que nuestro organismo reacciona ante una situación de alarma. Observamos que existe algún tipo de peligro (real o imaginario, producto de la ansiedad) y nos preparamos para enfrentarnos a él. Cuando el peligro es real, los cambios que ocurren en el organismo nos pueden ayudar a enfrentar ese peligro. Imagínense que un perro que se ve agresivo nos empiece a perseguir, el estrés es el que va a estimular la producción de adrenalina que nos va a ayudar a correr más rápido y escapar. Sin embargo, si el peligro no es real, toda esa adrenalina en nuestra sangre no es necesaria.
El estrés en niveles bajos o medios es un estímulo, nos motiva para hacer cosas y nos anima a esforzarnos. Si nuestros niveles de estrés estuvieran muy bajos no tendríamos ganas de hacer nada. Conforme los niveles de estrés aumentan nuestra mente está más atenta a lo que ocurre y nuestro cuerpo está listo para actuar. Con ciertos niveles de estrés hasta podemos disfrutar de emociones fuertes. Qué es un nivel de estrés medio variará de una persona a otra, pero un ejemplo de esto es lo que algunos sienten al ver una película de suspenso o subirse a una montaña rusa.
Niveles más altos de estrés nos preparan para una reacción de pelea o huida, nos estimulan a una acción inmediata de protección. El problema con estos niveles más altos de estrés, que pueden ser útiles en el corto plazo y para ciertos problemas, radica cuando la situación que enfrentamos no requiere acción sino paciencia, como ocurre con muchas situaciones que se nos presentan hoy en día, piense en problemas de trabajo, estudios o cuando espera un diagnóstico médico. En estas situaciones, la adrenalina, el cortisol y otras sustancias que nuestro organismo ha producido para permitirle a nuestro cuerpo esforzarse más allá de lo normal no son necesarias y terminan por hacernos daño. Es como si le pidiéramos a un carro seguir avanzando cuando ya no tiene aceite: se puede hacer, pero el motor se va a dañar.
En conclusión, el estrés no es nuestro enemigo por sí mismo. El estrés en niveles adecuados es bueno y saludable. Sin embargo, debemos cuidarnos y evitar que nuestros niveles de estrés se eleven demasiado y, sobre todo, que se mantengan así por mucho tiempo, pues es en esos casos que nos hará daño.